La liposucción es uno de los procedimientos de cirugía plástica más buscados en todo el mundo, pero también uno de los más malinterpretados. A pesar de su popularidad, sigue existiendo una gran cantidad de mitos alrededor de esta intervención, empezando por la idea de que sirve para bajar de peso.
Si estás considerando realizarte una liposucción, es clave entender qué implica realmente esta cirugía, en qué casos es efectiva y cuáles son las condiciones ideales para obtener resultados duraderos y armónicos.
Este es el primer punto que debes tener claro. La liposucción no sustituye a una alimentación saludable ni al ejercicio. Su objetivo principal es remodelar el contorno corporal, eliminando acumulaciones de grasa localizadas que no desaparecen fácilmente con dieta y actividad física.
Lo ideal es que llegues a esta cirugía con un peso estable y saludable, ya que de esto dependerá tanto la seguridad del procedimiento como el resultado estético que se pueda lograr.
La duración y efectividad de los resultados están directamente ligados a tus hábitos. Pacientes que mantienen una alimentación balanceada, tienen actividad física constante y cuidan su salud hormonal, tienden a conservar los resultados de la liposucción.
Una liposucción en un cuerpo con buenos hábitos no solo tiene una recuperación más fluida, sino que también permite una mejor retracción de la piel y una definición más evidente del contorno corporal.
En muchos casos, el cirujano puede sugerirte alcanzar un peso específico antes de programar la cirugía. Esto no solo mejora la seguridad durante la intervención, sino que permite esculpir el cuerpo de forma más precisa y natural.
Algunos cirujanos consideran ideal tener un índice de masa corporal (IMC) inferior a 30 para realizar una liposucción segura y eficaz. Sin embargo, más allá del número, lo que importa es cómo está distribuida la grasa, la firmeza de la piel y tu salud general.
Otro punto fundamental es que no todas las personas que desean una liposucción son candidatas ideales. En algunos casos, la composición corporal, la elasticidad de la piel o la presencia de piel sobrante hacen que la liposucción no sea la mejor opción.
Por ejemplo, si hay mucha flacidez abdominal, puede que el procedimiento adecuado sea una abdominoplastia, que además de retirar grasa, elimina el exceso de piel y tensa los músculos. Este tipo de evaluación se realiza en la consulta de valoración.
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